Era común que los escritores emplearan amanuenses, escribas capacitados que escribían lo que se les dictaba. Sin duda, muchos amanuenses eran esclavos, contratados para ayudar a un amo casi analfabeto con sus asuntos de negocios y su correspondencia; otros trabajaban de manera independiente, a cambio de una remuneración. A los Romanos 16:22 "Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor." nos muestra que Tercio era el amanuense que "escribió" lo que Pablo le dictó en esa carta.
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