A los 17 años, Johannes Kneifel mató a una persona en una agresión racista. Tras cinco años encarcelado, la vida del exneonazi ha dado un giro de 180 grados: ahora es cristiano, y pronto será pastor bautista.
Al preguntarle sobre su radical cambio de vida, Johannes Kneifel deja asomar una tímida sonrisa a sus labios. Anteriormente un violento ultraderechista, ahora este joven de 30 años estudia Teología en una Facultad protestante.
Quiere enfocar su futuro ayudando a los demás, aún cuando su pasado está marcado por el odio, la violencia, el alcoholismo y las canciones de propaganda nazi.
Su caso ha llamado la atención en la prensa y televisión alemana. No es normal que un neonazi abandone su estilo de vida, y sobre todo su ideología. Y menos aún que de un cambio tan radical, reconociendo su error y queriendo ayudar a quienes antes perseguía. No en vano su autobiografía, que acaba de escribir, se titula “De Saulo a Pablo”.
VIDA DE VIOLENCIA, Y UN ASESINATO
Ya antes de cumplir la mayoría de edad, Kneifel era parte integral del panorama neonazi en su pueblo natal de Baja Sajonia, Eschede . A esta temprana edad, sus enfermos padres lo “deportaron a un internado” en Elze, cerca de Hanóver, según sus propias palabras.
Allí el movimiento ultraderechista se le presentó de nuevo como una solución a sus problemas, un lugar al que pertenecer y del que sentirse orgulloso. Y comenzó una doble vida.
En el internado Elze Johannes Kneifel durante el día era un buen estudiante; durante la noche era un racista, creyendo firmemente en sus acciones, acogido por la “camaradería” del movimiento.
Uno de sus compañeros, Marco S., lo acompañaba en la noche que cambiaría su vida para siempre. Aquel 9 de agosto de 1999, ambos adolescentes se dirigieron a la casa de Peter Deutschmann, un hombre de 44 años que llevaba viviendo de los servicios sociales durante mucho tiempo, popularmente conocido entonces como “el hippie” por sus ideologías pacifistas. Deutschmann se había atrevido a criticarlos abiertamente, de modo que ambos neonazis, en alto estado de embriaguez, lo dejaron inconsciente de una paliza. Más tarde, "el hippie" murió en el hospital a consecuencia de los golpes. Como consecuencia de ello, Johannes Kneifel fue sentenciado a estar encarcelado en la mayor prisión juvenil de Alemania durante cinco años .
EL CAMBIO ES POSIBLE
El pastor de la cárcel, Dieter Kulks, fue testigo de cómo Johannes abandonaba su ideología neonazi y comenzó a acudir a los cultos que se celebraban en la prisión e interesarse por la Biblia.
Para él, este cambio de vida tan radical es posible y creíble, y algo que comienza por el hecho de que el joven reconociese su culpa. “A partir de esto, le surgieron las inevitables preguntas de a quién tiene que dar cuentas de su culpabilidad, y quién puede perdonarle por ello”, recuerda Kulks.
Estas preguntas “eran los fundamentos de cuestiones espirituales” explica Kulks. En lugar de su habitual propaganda ultraderechista, comenzó a leer entender textos de la Biblia, y eso habló a su corazón y transformó lo más profundo de su persona.
UNA NUEVA VIDA
Kneifel salió de la cárcel siguiendo a un nuevo líder, Jesús, es decir, siendo cristiano . Inicialmente estuvo desorientado por su nueva libertad, hasta que encontró su lugar en una comunidad bautista.
En vez de estudiar para llegar a ser ingeniero mecánico, su antiguo sueño, ahora sólo desea llegar a ser pastor.
Tras cumplir un año de trabajos comunitarios, Kneifel decidió estudiar Teología, y desde entonces se ha dedicado de lleno a su vocación.
LIBRO AUTOBIOGRÁFICO
Su historia, de neonazi a pastor evangélico, se publicará ahora en el antes mencionado libro autobiográfico (“De Saulo a Pablo”). Para Kneifel, explica, se trata del ejercicio de autorreflexión más doloroso de su vida.
Para los críticos, en cambio, no se trata de más que un intento de llamar la atención por parte de lo que ellos ven como un “supuestamente purificado neonazi”.
Una acusación a la que Johannes Kneifel no quiere dar crédito: “La gente que quiere salir del movimiento ultraderechista tiene al principio muchas dificultades, y deben permanecer en el anonimato, porque es verdaderamente difícil encontrar aceptación con un pasado así.”
Él no se ve como un héroe, sino como alguien arrepentido que puede ser ejemplo a otros que viven en el caos de la violencia neonazi, y que les muestra que es posible no sólo salir de ese entorno, sino un cambio de vida.
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