En 1974 un tribunal lo consideró culpable de robo, secuestro y violación de un niño, con sentencia a cadena perpetua. Las pruebas de ADN han servido para certificar la inocencia que siempre había declarado. James Bain tenía 19 años; ahora, con 54 años y tras pasar más de media vida entre rejas, dice que no está enfadado «porque tengo a Dios conmigo».
James Bain fue juzgado y condenado en 1974 a cadena perpetua por el secuestro y violación de un niño de nueve años, pese a que afirmó que el día en que se cometió el delito estaba con su hermana en su casa viendo la televisión, según el Proyecto Inocencia de Florida. El juez James Yancey, del condado de Polk, le dijo a Bain en una vista judicial que era un hombre libre y podía irse a su casa.
«No estoy molesto porque tengo a Dios conmigo», declaró Bain, de 54 años, al salir de la audiencia con su libertad segura. Tenía sólo 19 años cuando lo encarcelaron y fue condenado, principalmente, por el testimonio del menor, quien declaró que su victimario tenía un bigote y quemaduras en un lado de la cara. El niño reconoció al supuesto agresor en una fotografía, aunque este lo negaba todo.
«Nadie puede reemplazar los años que perdió», se lamentó Seth Miller, un abogado de Proyecto Inocencia que ayudó a Bain a solicitar las pruebas de ADN y presentar los resultados ante un juez. El ex reo había solicitado las pruebas en varias ocasiones, pero sus peticiones fueron desestimadas hasta que este año esa organización se involucró en el caso.
El Proyecto Inocencia ha logrado la libertad de más de 100 personas, algunas de ellas estaban en el corredor de la muerte, a través de pruebas de ADN y es una organización que se estableció en 1992 en Nueva York y ahora tiene presencia nacional.
LA VIDA EN LIBERTAD
«Tengo a Dios en mi cabeza», aseguró Bain a la salida del juzgado, rodeado de simpatizantes y vistiendo una camiseta con un lema: ´No Culpable´. «Yo sabía que un día (Dios) se me revelaría».
Bain, con una amplia sonrisa y sin mostrar señales de rencor, explicó que se iba a casa a ver a su familia. «Voy a ver a mi mamá», aseguró ante el aplauso de muchos que le acompañaban en la sala del juzgado.
Su madre, Sarah Reed, ha estado entrando y saliendo de los hospitales con asiduidad en estos últimos años. Ella quiere regalar a su hijo la casa y el coche. «Quiero que tenga algo propio. Ha sufrido suficiente», explicó a la prensa local.
El paso por prisión ha sido demasiado largo para James Bain. Pero su actitud refleja la alegría por lo conseguido ahora. «Muchas cosas pueden suceder en cualquier momento», pero ahora, «tengo la misma sensación que la del primer hombre que pisó la luna», dijo riendo.
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