(del griego, metamórfosis que significa cambio de forma). A diferencia de las metamorfosis paganas (aparición de dioses en figura terrena, o bien, transformación de hombres en seres divinos por tomar forma celestial), Jesucristo se transfiguró ante tres de sus discípulos, solo seis días después del primer anuncio de su pasión (Mc 9.2–9//). La tradición ha fijado en el • Tabor la ubicación del monte (cf. 2 P 1.16ss) en cuya cima se realizó la transfiguración.
La clave de la interpretación se halla en la voz divina. Esta no se dirige a Jesús (cf. la voz del bautismo, Mc 1.11), sino a Pedro, Jacobo y Juan. Contra el trasfondo de Sal 2.7, la voz les presenta a Jesús como el Hijo amado de Dios (• Hijo de Dios), como el • Mesías, y al hacerlo confirmaba la reciente confesión de Pedro (Mc 8.29; cf. 9.1). Luego, con las palabras «a Él oíd», la voz divina alude al • Profeta escatológico al que, se-gún la promesa de Dt 18.15, el pueblo prestará atención y obediencia. En otras palabras, el hecho de emprender Jesús el camino de la pasión (cf. Mc 8.31s), en vez del camino dictado por la expectativa popular, (Mc 8.32s) no impide que Él sea el Mesías, el • Hijo del Hombre glorioso (Dn 7.13; para el «secreto mesiánico» implicado en Mc 9.9, • Marcos, Evangelio de).
La aparición de Moisés y Elías puede simbolizar el respaldo de la Ley y los profetas al mesiazgo de Jesús (cf. Lc 9.31 «hablaban de su partida [literalmente, éxodo], que iba Jesús a cumplir en Jerusalén»), pero más probablemente es como precursores del Mesías que figuran aquí brevemente. Son removidos, y Jesús queda solo, cuando Pedro urge una prolongación del goce celestial que sugiere la igualdad entre Moisés, Elías y Jesús. La blancura y brillo, que son propios de los seres del cielo, afectan a Jesús en su persona y en sus vestidos (cf. Dn 7.9; 10.5; Hch 1.10; Ap 3.4s, etc.); Lc 9.32 lo identifica como «la • Gloria de Jesús».
Bibliografía:
DTB, col. 1033–1036. VTB, pp. 805s. VB, pp. 329s. EBDM VI, col. 1082–1088. León-Dufour, Estudios de Evangelio, Estela, Barcelona, 1969, pp. 79–117.
No hay comentarios:
Publicar un comentario