Uno de estos contrastes es el Barrio de El Chorrillo, situado al lado oeste de la ciudad de Panamá, limitando con el mar Pacífico, con el corregimiento de Santa Ana y con el corregimiento de Ancón, es uno de los pocos barrios comunitarios a orillas del mar en el mundo. Este barrio marginal contrasta enormemente con los grandes proyectos inmobiliarios que a pocos kilómetros se construyen cerca de ahí.
Quizás ningún otro barrio sea tan popular en todo Panamá, lleno de historia, grandes figuras del deporte y una que otra celebridad, pero este barrio es como la parte fea de una casa donde nadie llevaría visitas, es un lugar que es foco de grandes problemas sociales. Actualmente hay 22.000 habitantes, la mitad de ellos desempleados.
El nombre del barrio se originó por un manantial que manaba del Cerro Ancón y que era de provisión para los trabajadores del canal de Panamá, el cual se encuentra a unos cuantos kilómetros de ahí. Inicialmente sus casas eran barracas de madera para los trabajadores canaleros, algunas se pueden ver hoy día, pero luego de la invasión norteamericana en 1999 muchas se quemaron.
El Chorrillo tuvo su época dorada, hace unas cuantas décadas a tras sus calles eran seguras, en medio del barrio estaba construido el cuartel de las desaparecidas Fuerzas de Defensas, para las fiestas de fin de año, sus calles se llenaba de luces multicolores que solo hoy día se ven en pocas barriadas exclusivas, en cada esquina existía algún puesto de venta, atendida por gente amable, había un cine, restaurantes, almacenes, era un lugar alegre con personas de una idiosincrasia muy diferente a otras del país.
Hoy día es catalogado como un infierno.
El barrio es tan peligroso que muchos Pastores prohíben ir a este lugar.
Luego de la intervención militar estadounidense, el barrio quedo en gran parte destruido, se reconstruyó y en ese proceso reino la paz, pero a medida que los años pasaban, los problemas surgieron.
A simple vista pareciera que muchas personas del barrio tienen la escala de valores inversos y el mismo patrón de conducta se ha visto en generaciones, iniciando con niñas embarazadas, formando un hogar disfuncional donde la educación de las criaturas la recibe en las calles, adoptando como familia a alguna de las tantas pandillas que operan en el lugar.
Dos de las pandillas más grandes y peligrosas del país operan en estas aéreas.
La guerra por el control del narco tráfico se toma las calles sin avisar y muchos de los protagonistas son niños y jóvenes, que por rebeldía y por sentir aceptación integran estas pandillas. Al iniciar en estos caminos a la edad de 12-13 años pierden el respeto a la vida y al temor de Dios, cuando llegan a los 18 años, no tienen piedad ni misericordia para nadie. Otros cuando ven la seriedad del asunto tratan de abandonar esta vida, algunos lo logran, otros mueren.
Aunque estadísticamente, la mayoría de los asesinatos y violencia ocurren afuera de este barrio, no se puede tapar la realidad solo ignorándola. Lo que ocurre en El Chorrillo hoy día, ocurre en todo Panamá, sin temor a exagerar.
Todo esto, la pobreza, delincuencia, violencia, drogadicción, alcoholismo, están presentes pero el problema va más allá de lo que los ojos ven.
En barrios como estos el ambiente es pesado, se puede respirar miedo, odio, potestades celestes operan y contaminan los corazones de amargura, frustración, matando las esperanzas y sueños de las personas, atándolas y no dejándola avanzar tanto física y espiritualmente y peor aun: piden ofrendas de sangre.
Pareciera que el mal domina pues, son mas las ciudadanos que anhelan un lugar mejor donde vivir que los que promueven todo lo contrario. Muchas personas de estas se mudan buscando paz.
Pero donde abunda el pecado sobre abunda la Gracia y esto es lo maravilloso, por que en lugares como estos era donde Jesús predicaba.
Pero no serán los ayunos, las vigilias y las oraciones en si que cambien de una vez y por todas este lugar, para cambiar un lugar hay que cambiar a las personas, enseñándoles la fuente de vida eterna y abriéndoles los ojos a la luz de la verdad.
Hoy día muchas almas se pierden en barrios como estos por que nadie se ha tomado la molestia de hablarles, y por eso muchos jóvenes ciegamente optan por hacer el mal.
Pero hablándoles de Cristo, en quien podemos esperar vida, muchos han cambiado, reflexionado, y han dado frutos de arrepentimiento, conociendo que hay un Dios redentor.
Pues, aunque resulte algo difícil de entender muchas personas no tienen el mas mínimo conocimiento de la palabra, y cuando se les habla Jesús, de su amor, de su perdón, y se les demuestra con hechos que El es real, sus vidas quedan impactadas.
Aunque la salvación es individual, el amor de Dios no lo es, ese amor es para todos y tenemos una responsabilidad, como discípulos tenemos una misión que cumplir, de hablarles a las personas que no lo conocen y discipular a los que le aceptan y creen en El, pero no marginando a personas por su condición social, ni siquiera por sus afinidades, Jesús no lo hizo, El no margina, el no hace acepción de personas.
A través de Jesús, predicamos, enseñamos y damos testimonio de nuestro Dios a niños y jóvenes, rescatándolos de las calles, reconciliándolos con sus familias y con El Señor, evitando que tomen caminos erróneos, trayéndolos de los senderos de muerte a los Senderos de Poder.
Más no solo predicando de palabra, también con testimonios, con nuestro diario vivir, como caminamos, como vivimos, como nos damos, pues esto se demuestra con frutos más por lo que decimos que somos.
Por que esa es nuestra misión, en El Chorrillo y en la comarca Ngobe Bugle y a donde nuestro Rey nos dirija.
El Señor me mostro un mañana mejor, donde los jóvenes ya no intercambian disparos si no intercambian bendiciones, donde ya no cargan un arma de fuego si no una Biblia en sus manos, donde no se alimentan de drogas si no de la palabra del Señor, donde en las calles no abra más muertes si no vida, y en las bocinas se escucharan alabanzas y adoraciones al Dios viviente.
Nosotros hacemos una parte, El hará el resto.
Por que la iglesia esta viviendo una época de comodidad, donde impera la ley del mínimo esfuerzo, donde se predica en aire acondicionado y se preparan presentadores de espectáculos más que maestros de la palabra, evangelista o predicadores que salgan a las calles a dar testimonio de la resurrección de nuestro Señor. Tratamos de impactar a la gente por lo que somos, no por Jesús en nosotros, y ahí es donde se perdió toda la pasión por las almas perdidas. Las Iglesias hoy día parecen más clubes sociales, olvidándose de los que están afuera y ha fallado en lo básico que se le ordenó: Conectar a su pueblo con Dios.
Los motivos, ha hablarles las personas, a todas las que puedan, por que es nuestra obligación, por que si nosotros no le hablamos, otro lo hará. Cuando la buena semilla es plantada, es cuidada y trabajada, sus frutos serán gloriosos.
Y así, como encendiendo una pequeña llama en lo más profundo de una cueva en tinieblas, en un lugar donde la esperanza parece no existir, el fuego de Nuestro Señor Jesucristo prevalecerá y será de guía a todos los que la vean.
Mi corazón se llena de gozo pues gracias a El, muchas llamas se han encendido.
Todavía tenemos mucho que hacer.
Amén.
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