Catherine Repond, alias Catillon, fue ejecutada en 1731, a sus 68 años, tras ser condenada a muerte por brujería, pero, según varios historiadores, la víctima confesó bajo la tortura y se trató de un asesinato judicial, organizado por el poder oligárquico de la época para callar a una mujer que sabía demasiado sobre importantes personajes y sus tráficos con moneda falsa.
La devolución del honor a Catillon, fue promovida por dos diputados cantonales, quienes debieron conformarse con la reparación moral para la víctima.
Por 69 votos a favor, 21 en contra y 8 abstenciones, los diputados adoptaron la resolución, no vinculante desde el punto de vista legal, con la oposición de los grupos políticos de derecha UDC y PLR, que consideraron que “más vale ocuparse de los problemas de nuestro tiempo”.
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