2 may 2009

NAZARET

(en hebreo quizás signifique, torre de atalaya o retoño; cf. Mt 2.23 e Is 11.1). Pequeña aldea donde Jesús se crió, conocida solo por los sucesos del Nuevo Testamento (Lc 2.4). Está situada en un bello valle en las estribaciones extremas del sur de la sierra del Líbano, donde estas descienden abruptamente a la llanura de Jezreel, o Esdraelón, a la mitad de la distancia entre el puerto de Haifa (al pie del Carmelo) y al extremo sur del mar de Galilea.

El hallazgo de tumbas encima del emplazamiento actual de Nazaret hace suponer que el pueblo antiguo estaba ubicado más arriba del pueblo moderno, a una altura de ca. 400 m. Hay fuentes en los dos emplazamientos. Las principales rutas que unían los grandes centros de Mesopotamia y Egipto pasaban por la llanura de Esdraelón, y desembocaban por el puerto de Meguido en la costa mediterránea cerca de Cesarea. Otras rutas hacia Fenicia y Damasco pasaban cerca, pero Nazaret no se hallaba en ninguna de ellas. De allí quizás surgió la idea de que Nazaret era un lugar atrasado, y sus habitantes eran conocidos por su espíritu independiente (cf. Jn 1.46). Se hallaban cerca del gran movimiento comercial de la región, pero no participaban en él.

Debido a la abundancia de rocas calíferas, el pueblo de Nazaret se destaca hasta hoy por la blancura de sus casas. Es posible divisarlo desde los peñascos circundantes y dominar toda la llanura, en un panorama que se extiende desde los montes de Basán hasta el Mediterráneo. El monte tradicionalmente llamado «de la precipitación» no corresponde al de Lc 4.29, y el único rasgo físico identificable hoy es la llamada Fuente de María.

Nazaret fue el pueblo de María (Lc 1.26–38, la anunciación) y probablemente de José. Después de la huida a Egipto, este llevó a María y al niño Jesús a Nazaret, lejos de los peligros de Judea (Mt 2.19–23). De la subsiguiente residencia de casi treinta años en Nazaret (Lc 2.39, 51ss; Mt 2.23) surgió la costumbre de llamar nazareno a Jesús. Desde allí comenzó su vida pública (Mt 4.13; Mc 1.9), aunque sus coterráneos sintieron desagrado (Mc 6.1–6//) y hasta hostilidad (Lc 4.16–30) por su ministerio.
La historia siguiente de Nazaret, su forma actual y la composición de la población, las han definido notablemente las Cruzadas, la ocupación musulmana y el afán de apropiarse «lugares sagrados».

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