16 feb 2009

El viaje que cambio nuestras vidas…

Aun recuerdo bien el verano del 2007, fue un verano muy hermoso, éramos nuevos en la Iglesia y recién nacidos en la fe de Jesús. Como parte de un campamento de verano toda la Iglesia había regresado de la región de Mariato en Provincia de Veraguas, específicamente del pueblo Platanares y todos estábamos llenos de gozo por esta convivencia. Para entonces había oído hablar de un viaje a la provincia de Chiriquí, no tenia detalles de donde era, o que era, solo que era una actividad donde se llevaría la Palabra del Señor y una que otras donaciones para la gente de escasos recursos.

Una de las cosas que he aprendido en mi vida con Cristo es que Él nos habla y ordena su misión en formas que uno jamás sospecharía, siempre estamos expectantes de ver alguna “señal divina” que nos indique que debemos hacer, pero como dije el nos habla de una mil formas, en las cuales nos encaminan a cumplir su designios sobre la tierra, y debemos estar atentos…en ese verano el Señor me encamino en algo maravilloso, que cambiaria nuestras vidas y nuestra manera de ver las cosas, a través de mi hermano, al que llamamos con mucho cariño Tuto, el Señor nos habló cuando simplemente nos pregunto: ¿Van a Chiriquí? y nosotros le contestamos: si.

Al decirle “si” a esa invitación, le dijimos si al Señor.

Como dije, mi esposa y yo no teníamos idea de que se trataba ese viaje, solo fuimos 6 hermanos de la Iglesia. No fuimos expectantes, no esperábamos nada, teníamos la impresión que solo sería un campamento como en Platanares.

Al llegar al pueblo de San Félix, Chiriquí (a unos 400km de la capital) a la mañana siguiente, pregunte, “¿después de todo…que vinimos hacer aquí? Que no tengo idea” ¡Aun recuerdo la expresión del rostro de mi hermana Alina! ¿No sabes que vinimos hacer? Casi me grita, yo le conteste no, solo se que veníamos a un “campamento” y eso era lo que yo esperaba, pero el Señor nos sorprendió de gran manera.

Luego de organizar las donaciones, llegamos al lugar del “campamento” ya entrada la noche, era a pie de las montañas de la región y no había luces, con nosotros llegaba la generadora de electricidad portátil, la cual esperaban para comenzar la reunión. Solo escuchábamos algunos cantos en un idioma extraño para mí. Al bajarme del auto escucho unas risas y tomo una foto guiado por mi oído, al ver la foto tomada, me quede sumamente sorprendido, en ella salían tres niñas con unos trajes multicolores muy bellos. Ahí empezó todo.

Al encender las luces comprendí donde estábamos, pero aun no entendía lo que veía, estaba rodeado por Nativos de la etnia Ngobe-Bugle, y debo confesar que me sentía algo extraño, aun no comprendía, primera vez que veía y experimentaba algo similar.

Al ir conviviendo con ellos descubrí cosas maravillosas, no entendía como personas de escasos recursos, con tantas adversidades en su vida podían reflejar a Jesús en sus rostros, mas que cualquier otra persona “religiosa” de la capital. ¿Quien me explicaba que al verla a los ojos, podías ver un pequeño destello, y justo en ese destello puedes ver el rostro de Dios? Niños, mujeres, hombres, ancianos, que no basaban sus creencias y vida en cuanto dinero o cosas materiales tienen, si en cuanta fe le tienen a Cristo. ¿Por qué entre mas convivía con ellos mas quería parecerme a ellos? Por que Cristo, nuestro Señor, se ve reflejado en sus vidas. Por que ellos no podrán tener nada material, pero con Jesucristo lo tiene todo.

En esos días nuestras vidas cambiaron para siempre y comprendimos muchas cosas. Comprendimos que el ser “cristianos” no es ir “religiosamente” a las reuniones semanales de la Iglesia, es ir a las personas y compartir el evangelio, comprendimos que el amor de Dios no se dice, si no se hace, comprendimos de que te vale memorizar las promesas de prosperidad si lo que importa es cuanta riqueza acumulas en cielo, que tu intimidad con Dios no se ve reflejado en lo que tienes, si no en el amor de Él en ti. Que aunque no comprendas en su plenitud las escrituras hay que aplicar lo que sabes en tu vida, caminando con Jesús a diario, dejándote moldear por el. Preocuparte por ganarte en puesto en el corazón de Dios, no un puesto en la Iglesia. Buscar a diario su rostro, llenándote de su sabiduría, convertirnos en adoradores en espíritu y en verdad, y compartir su grandeza con las almas de este mundo. Demostrar su amor con tu prójimo, amarlo como el te ama a ti.

Ya han pasado dos años, desde entonces el Señor ha trabajado con nosotros llevando la palabra de Dios a esas regiones, enviando donaciones, Biblias y becando niños para ayudarlos en sus estudios, hemos visto la mano poderosa de Dios en cada uno de nuestros viajes, hemos vistos milagros, yo mismo fui sanado de fracturas en las costillas por imposición de manos en un accidente. Adicional a esto, compartimos la palabra a los niños y jóvenes del popular Barrio de El Chorrillo, un barrio foco de muchas adversidades sociales.

Aunque no somos perfectos y hemos cometidos errores y equivocaciones en este andar, comprendemos que son estas lecciones que perfeccionan su obra en nosotros.

Tenemos tantas anécdotas y testimonios para hacer libros enteros, pero solo queremos compartir esto, el cual damos testimonio: La gloria de Dios se ve manifestada en la tierra cuando nosotros por nuestras acciones la manifestamos, la gloria de Dios fluye en nuestras vidas cuando decidimos compartir el evangelio y darle esperanzas a las personas que no la tienen, y quienes acepten a Jesús como su salvador hacerlos discípulos de su palabra.

Y para esto, no tienes que irte a una montaña a predicar, al menos que el Señor te lo ordene, para esto debemos compartir su palabra con las personas que tienes mas cerca: tu familia, tus vecinos, compañeros, amigos, ellos deben ser los primeros testigos de Dios en tu vida, no tus hermanos de las iglesia, ellos tienen su pastor, hay miles de almas halla afuera que necesitan de uno, y es nuestro deber como hijos de Dios, como discípulos de Cristo, anunciar las buenas nuevas.

Este año es la tercera vez que participaremos en este “campamento” y seguiremos haciéndolo por que el Señor nos ha llamado para ello.

Sabemos que es Dios quien opera, que cada viaje a las montañas y cada reunión semanal, es intervención directa de El, por que por nuestros medios, fuerzas, recursos y voluntad, jamás hubiéramos podido hacerlo.

Quizás, todos deberíamos ser como estos nativos Ngobes Bugles, cuando nos demos cuenta que lo material de nada sirve y quizás, cuando todo haya desaparecido de nuestros corazones y sólo quede Dios, podemos decir: «Él es suficiente».

Que Dios me los guarde, que su gloria y misericordia siempre vayan con ustedes y estén bendecidos en cada instante de sus vidas.

Gracias por sus ofrendas y oraciones, las cuales llevamos siempre con nosotros.

Sus Hermanos,

Luis y María de Salazar

Hasta pronto.

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