Científicos de una compañía biomédica privada en Corea del Sur realizaron la primera clonación comercial de la historia y dijeron haber creado cinco perros a partir de tejidos de una mascota muerta… RNL Bio explicó en una declaración que la clonación del perro Booger fue el primero de tipo comercial y que ofrecerá el servicio a clientes en todo el mundo… Los cachorros, presentados este martes en una conferencia de prensa en Seúl, fueron encargados por una granjera de California, Bernann McKinney, quien pagó 50 mil dólares por las copias de su Pit Bull Terrier… “Booger fue mi compañero y mi amigo”, dijo McKinney, una ex reina de belleza, quien conservó por casi un año en un laboratorio estadounidense congelado el tejido de la oreja de su mascota para conseguir su clonación… “¡Es un milagro!”, gritó una y otra vez McKinney cuando vio los cachorros clonados en un laboratorio de la universidad… (reforma.com)
Comentario:
¿Y si en vez de los cinco perros sólo se hubiera quedado con uno, le hubieran cobrado $10,000 dólares? Creo que la respuesta es no y que fueron cinco perros para aumentar las probabilidades de éxito. No puedo dejar de pensar sin embargo en si la mamá “sustituta” de los perritos no estaba confundida. ¿Cachorros con el mismo ADN huelen diferente? “Tú ya comiste Toti, deja que tu hermanito Titín coma.” “No fui yo, Ma, fue Toto el que comió.” “Me quieren volver loca.”
Y también de repente voy más allá. Si yo me clonara cinco veces, ¿podría escribir cinco artículos por semana? (Editor: Dios me ampare). Pero, ¿serían artículos iguales, o cada clon pensaría su propio tema, o quizás 5 perspectivas del mismo tema?) O quizás sería como aquella película (Multiplicity, creo se llamaba) en que uno de los clones trabajaba, otro se iba a jugar golf, otro hacía trabajos domésticos y otro…, mejor no les cuento qué hacía el otro.
¿Estamos preparados para cinco “yos”? No lo creo. Ni siquiera, y conste que peco de humildad, para cinco Newtons, Einsteins, Mozarts, (antes del etcétera, ponga aquí a su personaje célebre favorito), etc. Es más, no sabríamos ni qué hacer si incluso Jesús fuera clonado y caminara estos días entre nosotros. ¿En vez de panes y peces multiplicaría pizzas y sushi?
Deberíamos reflexionar que si Dios, como creador del ADN y todopoderoso, no ha intentado jamás enviar a un clon de su hijo a la Tierra, ¿porqué nosotros estamos pensando en crear duplicados de gente imperfecta? O como en el caso de la noticia, ¿no raya en el berrinche empeñarse en crear un perro igualito al anterior negando la oportunidad a otro cachorrito, nacido en forma natural, la esperanza de adopción? ¿Y ahorrarse 50,000 dólares en ello?
En otro momento hablaré de la postura bíblica en relación a la clonación y la investigación de las células madre, porque aquí deseo enfocarme exclusivamente en el concepto de alterar el curso natural de la vida. La persona que pagó un dineral (puede tirarlo si lo desea, es suyo ciertamente) no está aceptando la muerte de su mascota y de esa forma está rebelándose ante un hecho que Dios permitió. Y esto sin meternos en los problemas prácticos aún no resueltos (tengo entendido) de la clonación, como el envejecimiento prematuro o la delicada salud de los clones.
Quizás la historia de Job nos inspire como modelo de comportamiento a seguir. Job llevaba una vida próspera hasta que Dios permitió a Satanás acabar con su patrimonio, salud e hijos.
Lo que dice la Biblia:
No había terminado de hablar este mensajero cuando todavía otro llegó y dijo: “Los hijos y las hijas de usted estaban celebrando un banquete en casa del mayor de todos ellos cuando, de pronto, un fuerte viento del desierto dio contra la casa y derribó sus cuatro esquinas. ¡Y la casa cayó sobre los jóvenes, y todos murieron! ¡Sólo yo pude escapar, y ahora vengo a contárselo!” Al llegar a este punto, Job se levantó, se rasgó las vestiduras, se rasuró la cabeza, y luego se dejó caer al suelo en actitud de adoración. Entonces dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!” (Job 1:18-21).
El Señor bendijo más los últimos años de Job que los primeros, pues llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. Tuvo también catorce hijos y tres hijas. A la primera de ellas le puso por nombre Paloma, a la segunda la llamó Canela, y a la tercera, Linda. No había en todo el país mujeres tan bellas como las hijas de Job. Su padre les dejó una herencia, lo mismo que a sus hermanos. Después de estos sucesos Job vivió ciento cuarenta años. Llegó a ver a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Disfrutó de una larga vida y murió en plena ancianidad. (Job 42:12-17).
Job aceptó la situación y no recibió clones de sus hijos e hijas originales como restitución, sino hijos e hijas tales que “no había en todo el país mujeres tan bellas como las hijas de Job.” Avances científicos aparte, ¿qué tan capaces somos de aceptar los designios de Dios con la actitud de Job: “El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!”?
Por: Sergio Alonso,
Autor del blog A la luz de la Biblia
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