El Mundo/ACPress.net)
El atleta jamaicano de fe protestante Asafa Powell volvió a demostrar quién es el número uno de los cien metros lisos batiendo el récord del mundo de la prueba, establecido en 9´77´´ por él mismo, y parando el crono en 9´74´´ en la reunión de Rieti en Italia.
El ´fenómeno jamaicano´ de los 100 metros ya tiene 4 de las cinco mejores marcas de todos los tiempos en esta distancia.
Asafa es otro superdotado de la velocidad terminal de ese paraíso de los velocistas que es Jamaica. Es hijo de dos pastores evangélicos, estudiante de medicina que entrena en la Universidad de Tecnología de Kingston, con una altura de 1,91 y 88 kg. de peso.
Este excepcional atleta no sólo compite por ganar medallas sino que como él afirma, corre por Dios y, también, por sus dos hermanos fallecidos, uno de ellos de un disparo en 2002 y el otro a causa de una enfermedad. De él se dice que su mayor virtud es que siempre está feliz.
Cuenta en una entrevista que sus padres le educaron para ser humilde y para vivir una vida cristiana. Dice que gracias a que es cristiano es fácil para él ser un atleta del más alto nivel, ya que gracias a su fe no cae en muchas tentaciones que están en ese ambiente.
No le importa cuán grande llegue a ser su nombre, afirma, porque gracias a Dios seguirá “siendo el mismo Asafa Powell de siempre”.
El atleta jamaicano de fe protestante Asafa Powell volvió a demostrar quién es el número uno de los cien metros lisos batiendo el récord del mundo de la prueba, establecido en 9´77´´ por él mismo, y parando el crono en 9´74´´ en la reunión de Rieti en Italia.
El ´fenómeno jamaicano´ de los 100 metros ya tiene 4 de las cinco mejores marcas de todos los tiempos en esta distancia.
Asafa es otro superdotado de la velocidad terminal de ese paraíso de los velocistas que es Jamaica. Es hijo de dos pastores evangélicos, estudiante de medicina que entrena en la Universidad de Tecnología de Kingston, con una altura de 1,91 y 88 kg. de peso.
Este excepcional atleta no sólo compite por ganar medallas sino que como él afirma, corre por Dios y, también, por sus dos hermanos fallecidos, uno de ellos de un disparo en 2002 y el otro a causa de una enfermedad. De él se dice que su mayor virtud es que siempre está feliz.
Cuenta en una entrevista que sus padres le educaron para ser humilde y para vivir una vida cristiana. Dice que gracias a que es cristiano es fácil para él ser un atleta del más alto nivel, ya que gracias a su fe no cae en muchas tentaciones que están en ese ambiente.
No le importa cuán grande llegue a ser su nombre, afirma, porque gracias a Dios seguirá “siendo el mismo Asafa Powell de siempre”.
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